Durante años he tenido muchas ideas de proyectos. Algunas las he empezado, muchas se han quedado en el cajón y otras han evolucionado hacia algo que ni imaginaba al inicio. Pero hay un patrón que se repite:
“Mis ideas son demasiado grandes, ambiciosas o complejas… y no encajan con el tipo de vida que quiero.”
Tengo un trabajo principal que me gusta, pero siempre he querido tener un self-project que me dé libertad:
Libertad de moverme.
Libertad de ponerlo en pausa.
Libertad de seguir creciendo sin estar atado a clientes, deadlines o dependencias.
Esta es mi reflexión y sistema para elegir con claridad un único proyecto, y no moverme más de uno a otro.
Antes de evaluar ideas, necesitaba saber qué quiero realmente de un proyecto. No basta con que sea rentable o "potencialmente escalable". Lo que quiero es:
✅ Que resuelva un problema personal o alimente una pasión real.
✅ Que pueda trabajarlo sin presión (no más ansiedad).
✅ Que me permita pausarlo sin que todo se derrumbe.
✅ Que se pueda automatizar o delegar con el tiempo.
✅ Que tenga impacto real en mi vida, incluso si nadie lo usa.
✅ Que me divierta y aprenda mientras lo desarrollo.
Con estos filtros claros, preparé una pequeña tabla donde listar mis ideas actuales y puntuarlas según estos factores clave:
Proyecto | Resuelve una necesidad personal | Me ilusiona | Puede monetizarse | Se puede delegar | Admite stand-by |
Diario de hábitos | ✅✅✅ Sí, lo necesito yo mismo | ⭐⭐⭐⭐ | Sí | Sí | Sí |
Plataforma de X | ❌ No la usaría yo | ⭐⭐⭐ | Sí | Requiere equipo | No |
App de objetivos personales | ✅ Me ayuda a enfocarme | ⭐⭐⭐⭐ | Sí | Parcialmente | Sí |
Entrenamientos personales | ✅ Hago ejercicio | ⭐⭐ | Sí | No | No |
Esto me permitió descartar rápidamente ideas que suenan bien “para otros”, pero no encajan con mi estilo de vida ni con lo que realmente quiero ahora mismo.
Una frase que me ayuda a filtrar es esta:
“¿Estaría dispuesto a usar este proyecto aunque nunca lo lance ni gane dinero con él?”
Si la respuesta es sí, probablemente sea una buena dirección. Si es no, es muy posible que esté empujado por el ego, la moda o la presión externa.
De entre todas las ideas, elegí la que más cumple estos criterios:
Sencilla de lanzar en 30 días.
Con utilidad real para mí desde el día 1.
Con potencial de monetización si más adelante quiero escalar.
Que no me esclavice, y que incluso si lo dejo parado durante meses, pueda retomarlo sin drama.
No es la idea más ambiciosa. Ni la más llamativa. Pero sí es la más sostenible, y eso la convierte en la mejor para este momento.
He decidido dedicarle 4 horas semanales fijas, sin exigirme más.Puedo pausarlo, retomarlo, modificarlo… pero siempre sabiendo cuál es mi proyecto base.
El resto de ideas podrán vivir como notas, prototipos o incluso como inspiración para el futuro, pero no serán mi foco.
Elegir un solo proyecto no es renunciar al resto de ideas. Es apostar por avanzar de verdad en algo concreto, alineado con mi vida, mis valores y mi energía actual.
Esta bitácora me sirve como brújula. Si tú también eres alguien con muchas ideas, pero poco tiempo, espero que este enfoque te ayude tanto como a mí.