Dicen que esta es la primera fase para la vuelta a la nueva normalidad. Supongo que para muchos hoy solo haya sido un primer paso, para otros, por fin, hemos vuelto a la normalidad. Porque, en algún momento, caso nos hemos parado a pensar ¿qué es la normalidad?


La primera definición que te ofrece Google es «Definición de normalidad. Normalidad es la cualidad o condición de normal (que se ajusta a las normas o que se halla en su estado natural). En un sentido general, la normalidad hace referencia a aquel o aquello que se ajusta a valores medios.«.


Parece que, efectivamente, puede ser una definición de mi estado actual. Efectivamente, me ajusto a las normas, procuro seguirlas siempre, hacer las cosas lo mejor posible (no significa que no me pueda equivocar, me pasa bastante) y, como no, me encuentro en mi estado natural, disfrutando de la playa, el mar, haciendo lo que me gusta hacer. Y, no, no obvio el hecho de ajustarse a los valores medios, porque, como siempre, todo depende de cómo se mida.

Comienza el día. A ponerse en movimiento

Hoy es sábado, un día que, por cierto, me encanta. Me parece es el día menos «normal» de todos. Mientras un parte de la población aprovecha para disfrutar de unas horas extra de sueño, otras madrugan para hacer deporte, aunque a otros les toca trabajar, su jornada no termina hasta mañana.


Hoy, primer día de la fase 0 del desconfinamiento, tal vez por la emoción que me invadía al poder volver a sentir la arena de la playa en mis pies, me he despertado pronto, a eso de las 07:30. Subo la persiana y, tal como me esperaba, decenas de personas disfrutando de «la libertad» de nuevo. Como aún es un poco pronto para mi -me gusta salir con sol y calor- leo algunas noticias empresariales (hace años que no consumo noticias opacas) y me pongo en el ordenador a solucionar un pequeño problema en la plataforma que ayer he dejado enfocado.

Retomando la actividad física

Son las 9, me queda una hora para el toque de queda, por lo que toca ponerse en marcha. Pantalón corto, camiseta de @beachfunctionaltraining y chanclas es mi equipación habitual. En cuanto llego al puerto, tomo las chanclas en la mano y me dirijo hacia la playa. Como no se puede cambiar de municipio, hoy no he podido pasar a la playa de la Patacona, aunque creo que tampoco hubiera podido.


Después de 40 días sin entrenar en la arena, los músculos menores y tendones que se encargan de intentar estabilizar mi cuerpo están bastante atrofiados. A mitad de camino, noto el menisco un poco inflamado y los gemelos cargados. Es normal, el primer día, estamos en pretemporada.


Por suerte, si no hay cambios en las previsiones, en una semana estaremos retomando los entrenamientos con @beachfunctionaltraining y @beachtennisvalencia. En ambos clubes, prepararemos sesiones de readaptación al medio y puesta a punto de nuestra maquinaria. Esperamos sea un paso más para que muchos puedan también volver a su normalidad.

Por fin, la playa, la arena, el mar

Pingüino de playa. Nunca he sabido realmente si existe esta variedad, pero, sin duda, sería el animal al que más me parezco. Necesito estar cerca de la playa, sentir cada día la arena en mis pies, estar en contacto con la naturaleza en estado puro. Si vivo en Valencia es por culpa de la Malvarrosa, una de las mejores playas urbanas del mundo (no se admiten objeciones).


Hoy me he quedado gratamente sorprendido al ver como cientos de personas comparten mi normalidad haciendo deporte en la arena. No solo disfrutando de correr por la arena, también haciendo yoga, taichí, handstand o functional training. Me atrevería a decir que había un 1000% (mil por cierto) más de actividad que cualquier otro día «normal» del año.

Me apetece ponerme guapetón

Durante el paseo (ir a «trote cochinero» no se debería considerar correr) he tomado algunas fotos y grabado algunos vídeos. Al verme, sinceramente, me he dado un poco de pena. Esta semana aún no me había afeitado y hacía casi un mes que no me cortaba el pelo.


Es importante vernos bien para sentirnos bien. Por ello, aunque sea para estar en casa, necesitamos ponernos guapetones y guapetonas. Entiendo que, en este punto, lo normal sería pegarme un afeitado rápido y esperar a que abran las peluquerías y me proporcionen uno de esos huecos tan codiciados en estos momentos. Como me encuentro en mi normalidad, antes de la ducha, aprovecho para afeitarme y cortarme el pelo (siempre me corto el pelo yo mismo). Tras la ducha, un poco de gomina y secador hacen que me sienta como un coche recién salido de chapa y pintura.

A veces me gusta escribir, aunque nadie lo lea

Poner las cosas por escrito nos hace pensar con más claridad, poner todas las variables sobre la mesa para, tras analizarlas, plasmar las conclusiones. Escribir nos ayuda a bajar a la tierra nuestras ideas, a materializarlas.


Hoy me apetecía escribir este artículo, otros días hago «wirerfames» de páginas web de nuestros negocios y, otras, simplemente, me pongo a escribir código.


Escribir fomenta la creatividad, ayuda a mejorar las dotes comunicativas y nos hace más cultos. No hace falta ser un gran escritor, personalmente disto mucho de uno, aunque día a día compruebas que tu soltura frente al teclado (o la libreta, lo cual está demostrado, tiene aún mejores beneficios) mejora, combinando y realizando un mejor uso de las palabras.


Se estima que el 99% del contenido compartido en Internet no es original, es decir, sólo el 1% es de nueva creación. En estos momentos me alegro de ser parte de ese 1% normal.

Todo lo que ha pasado en 40 días

¿Es impresión mía o han cambiado bastantes cosas durante estos 40 días que hemos estado confinados?


Sin tener en cuanta los múltiples cambios en los distintos poderes del estado, los cuales tendremos que pararnos a revisar con detenimiento, he podido apreciar cómo algunos locales de la zona, como el Marina Beach, están realizando remodelación, entiendo para adaptarse a la nueva normalidad. La playa y el mar me han parecido más bonitos aún, aunque estoy seguro que esto sí ha sido impresión mía.

Seguimos trabajando

Trabajar, trabajar y trabajar. Por suerte, no he parado de hacerlo en los últimos 40 días, como tampoco lo he hecho en los últimos 10 años. Me podría considerar un Workaholic, aunque más bien me gusta definirme como Ideaholic. Mi normalidad es esperar que la inspiración me pille trabajando.


Tal vez en un próximo artículo, tanto si a alguien le interesa como si no, haga una retrospectiva del trabajo realizado durante estos 40 días…


Sigo con mi normalidad.